El ciberbullying es un problema creciente a nivel global y es considerado por las Naciones Unidas como una manifestación seria de violencia por Internet. A pesar de que el número de víctimas varía dependiendo de cada país, existe un gran número de niños y adolescentes que afirman estar preocupados por ello. El ciberbullying puede tomar diferentes formas, como burlas, insultos, rumores o amenazas, la revelación y el intercambio de datos privados o fotografías modificadas, y la suplantación de identidad. Al igual que el acoso escolar, el ciberbullying también es el resultado de una dinámica de grupo destructiva, donde se pueden encontrar bajos niveles de tolerancia y aceptación de la diversidad. Ciberbullying puede tener graves consecuencias en sus víctimas, debido a la gran capacidad de propagación a través del tiempo y espacio geográfico. Por esta razón, las tecnologías móviles deben ser una herramienta para su prevención, sensibilización, reducción, protección y apoyo para sus víctimas.
A pesar de que no existe una definición consensuada para el ciberbullying a nivel europeo, generalmente se acepta que éste consiste en un acoso verbal y psicológico repetido, y que ocurre mediante el uso de medios electrónicos y digitales. La intencionalidad y repetición están siempre presentes, llevadas a cabo con la intención de causar daño y con un desequilibrio de poder entre los involucrados: víctimas, espectadores y perpetradores. Aquellos que perpetúan los ataques están respaldados por una sensación de impunidad, anonimato y ausencia de responsabilización, ya que tienen la capacidad de llegar fácilmente a un gran público sin fronteras geográficas y temporales.
El devastador impacto que el ciberbullying causa a sus víctimas es reconocido por las Naciones Unidas, que lo entiende como una seria manifestación de la violencia por Internet. El ciberbullying afecta a un gran porcentaje de niños y adolescentes, y los estudios demuestran que este número ha crecido año tras año, de la misma manera que el uso de teléfonos móviles aumenta entre los niños más pequeños. Sus consecuencias pueden ser devastadoras y duraderas para las víctimas y sus familias, pero también para las comunidades escolares que no abordan los problemas tan pronto como empiezan a aparecer. A menudo, el ciberbullying conlleva a una disminución de la autoestima, a un aumento de la depresión y de los sentimientos de impotencia, y en muchos casos sus incidencias son subestimadas y subvaloradas por sus víctimas, por lo que son más difíciles de abordar desde un principio.
Este reto busca soluciones, enfoques y proyectos innovadores que tengan una base digital o móvil y que puedan prevenir, aumentar la concienciación, ofrecer apoyo, promover la denuncia de incidentes y ayudar a los perpetradores a comprender los efectos de su comportamiento. Serán bienvenidas las soluciones que incluyan a múltiples actores como padres, maestros, niños y adolescentes, y que den prioridad a la prevención más que a la punición. Las soluciones pueden ser o incluir, entre otros, materiales educativos y herramientas accesibles por Internet; sesiones y proyectos de promoción; adolescentes como agentes activos; filtros y herramientas de reporte.
El ciberbullying es un problema mundial. En un estudio realizado por Microsoft, mostró como China es el país donde más niños sufrieron estas amenazas (alrededor del 70%), seguido por Singapur (58%), India (53%) y Argentina (52%).
El Centro de Investigación sobre ciberbullying en los Estados Unidos ha descubierto que alrededor del 28% de los estudiantes adolescentes han experimentado algún tipo de acoso por Internet, mientras que el 10% admite haber cometido acoso por Internet a otros.
En España, hasta el 81% de los niños entre 8 y 17 años admiten estar preocupados por el ciberbullying, y el 19% admiten acosar o haber acosado a alguien por Internet. En Cataluña, uno de cada siete estudiantes afirma haber sido acosado en la escuela.
El fácil acceso a las víctimas a través de las tecnologías móviles lleva a que 71,8% de ellas sufran diariamente ciberbullying durante un período de tiempo considerable: entre un mes y un año para el 40,7% de ellas, y durante más de un año para el 38,1%. Más del 92% de las víctimas se manifiestan problemas psicológicos como la ansiedad y la falta de autoestima.
Un sondeo realizado en 2014 en Europa mostró que el 55% de los niños víctimas del ciberbullying se deprimieron como consecuencia de ello: el 38% consideró suicidarse y el 35% consideró que se lastimaba. Además, el 80% de las víctimas acosadas por Internet también son víctimas de la intimidación tradicional. En la mayoría de los países europeos, la edad más crítica es entre 13 y 14 años, para ambos sexos.
En España, el 97% de los adolescentes entre 14 y 17 años utilizan a diario las redes sociales, y los mayores de 15 años pasan todos los días más de dos horas y media conectados. Los adolescentes hiperconectados, como los que pasan más de 3 horas todos los días en Internet, son 110% más propensos a ser víctimas de acoso cibernético, en comparación con aquellos que no pasan tanto tiempo en las redes sociales.
La herramienta más utilizada para acosar es el teléfono móvil, siendo WhatsApp la aplicación más empleada para llevar a cabo el acoso cibernético, en el 81% de los casos. Las cámaras de los teléfonos móviles son otro de los focos del problema: hasta un 10% de los estudiantes se sienten amenazados, avergonzados o incómodos con las fotos que le hacen con estas cámaras, ya que no tienen control sobre la utilización futura de estas fotos.